Biografia
Biografía de Emiliano Advíncula Congo
Emiliano Advíncula Congo nació el 20 de junio de 1983 en Puerto Merizalde - Buenaventura, Valle del Cauca, una ciudad portuaria marcada por contrastes profundos entre riqueza natural y desafíos sociales. Criado en un entorno que entrelazaba la tradición cultural afrocolombiana con la lucha cotidiana, Emiliano desarrolló desde la infancia una sensibilidad especial hacia el poder de la palabra. Su carisma natural, su energía expresiva y su capacidad para conectar con las personas lo convirtieron rápidamente en una figura destacada dentro de su entorno comunitario.
A los 13 años, su vida dio un giro significativo: fue admitido como locutor juvenil en la emisora comunitaria Merizalde Stereo, un medio local que se convertiría en su primera escuela, tanto técnica como humana. Este espacio no solo le permitió familiarizarse con el manejo de consolas, el lenguaje radial, las dinámicas de programación y el contacto con la audiencia, sino que cimentó en él una pasión que lo acompañaría de por vida. La emisora fue el semillero donde se sembraron los valores de responsabilidad social, compromiso ético, creatividad y servicio a la comunidad, pilares fundamentales de su posterior desarrollo como profesional.
Durante el tiempo que estuvo vinculado a Merizalde Stereo (1996–2001), Emiliano no solo perfeccionó sus habilidades en la operación técnica y la locución, sino que también comprendió la radio como un instrumento de transformación. Desde los programas juveniles hasta las franjas musicales y comunitarias, cada emisión era una oportunidad para conectar, motivar, informar y, sobre todo, servir. Fue en este contexto donde nació su nombre artístico: Emaco, la Torre del Sabor. Emaco, es una abreviación de su nombre y apellidos, la torre del sabor inicialmente surgió por su estilo imponente, dinámico y contagioso, un eslogan que pronto se convirtió en una marca personal que lo identificaba en cada intervención.
La solidez de su voz, su actitud proactiva y su facilidad de palabra llamaron la atención de actores relevantes en la escena radial local, y fue así como en 2002 tuvo la oportunidad de realizar su primer seminario de locución. Este proceso formativo fue clave, no solo por los conocimientos técnicos que adquirió (modulación, dicción, expresión oral, estructura de guion, ética radial), sino porque consolidó su decisión de proyectarse profesionalmente como comunicador. La experiencia del seminario también le permitió compartir con otros locutores experimentados, lo que amplió su horizonte y reforzó su determinación.
Ese mismo año se vinculó como voluntario a Radio Buenaventura, integrando el equipo del programa La Minga Diocesana. Este espacio comunitario de enfoque social y pastoral lo enfrentó a una dimensión distinta de la radio: la del acompañamiento espiritual, la denuncia social y el fortalecimiento del tejido comunitario desde la fe y la acción solidaria. Allí empezó a comprender que su voz no solo podía entretener, sino también sanar, orientar y levantar.
Sin embargo, el deseo de servicio lo llevó a tomar una decisión trascendental: en 2004 se enlistó en la Armada Nacional de Colombia como Infante de Marina Regular. Más allá del uniforme y la formación militar, Emiliano encontró en la disciplina castrense una escuela de vida que reforzaría su carácter, su liderazgo y su compromiso. Fue asignado a Puerto Leguízamo, Putumayo, una zona estratégica y compleja, donde su desempeño ejemplar le valió el honor de recibir la medalla Juan Bautista Solarte Obando, una condecoración otorgada a los infantes que se destacan por su valor, entrega y conducta ejemplar.
Lejos de abandonar la comunicación, Emiliano encontró en el servicio militar una plataforma para ampliar su impacto. Su voz, ahora respaldada por el uniforme, no solo transmitía mensajes institucionales, sino también esperanza, información y compañía para las comunidades apartadas. Esta etapa marcó el inicio de un entrecruzamiento vital entre comunicación y servicio público, una combinación que definirá toda su trayectoria profesional y espiritual en adelante.
Consolidación Profesional y Formación Técnica
Tras su destacado desempeño como Infante de Marina Regular, Emiliano fue ascendido a Infante de Marina Profesional en 2005, lo que marcó un nuevo capítulo en su vida institucional y comunicativa. Su traslado a la base militar de Tres Esquinas (Caquetá) fue decisivo: allí, sus superiores descubrieron su talento natural y formación previa en locución. Reconociendo el potencial de su voz y su capacidad comunicativa, fue designado como parte del equipo de las emisoras de la Fuerza Publica. Así comenzó un recorrido que uniría de forma definitiva su vocación radial con el servicio a la nación.
Las emisoras institucionales como Colombia Stereo y Marina Stereo serían los nuevos escenarios de Emiliano. En ellas, lejos de ejercer una locución meramente informativa, asumió roles clave como programador, productor, director de contenido y voz de piezas de audio institucional, lo cual enriqueció su perfil profesional. Estas emisoras cumplían una doble función: fortalecer la comunicación interna de la Fuerza Pública y servir como puente con las comunidades locales, muchas de ellas afectadas por el conflicto armado, el abandono estatal o la exclusión social. Allí, la radio no era solo entretenimiento: era presencia, era compañía, era voz amiga. Emiliano entendió entonces que su función como comunicador también podía ser terapéutica.
Este itinerario profesional lo llevó a recorrer diversas regiones del país: La Macarena, Meta; Cartagena del Chairá y Solano, Caquetá; Quibdó y Carmen del Darién en Chocó; Unguía; Bojayá; Turbo; Bogotá, Buenaventura y Inírida en el Guainía, entre otras. En cada lugar, adaptó su estilo a las realidades del entorno, entendiendo que un buen comunicador no impone su voz, sino que la pone al servicio del otro. Esta experiencia fue vital para desarrollar su empatía, sensibilidad social y adaptabilidad narrativa.
Sin embargo, el creciente peso de sus responsabilidades lo llevó a tomar una decisión clave para su carrera: profesionalizar su pasión por la radio. A pesar de las exigencias de su rol militar, buscó formarse académicamente, dando inicio a una nueva fase marcada por la formación técnica.
Se matriculó en el Instituto Nacional de Telecomunicaciones (INSTEL), una institución reconocida en Colombia como "la universidad de la voz". Allí cursó y aprobó exitosamente la carrera técnica laboral por competencias en Locución de Radio, Presentación de Televisión y Periodismo, formación que no solo reforzó lo aprendido de manera empírica, sino que le permitió acceder a un lenguaje técnico más riguroso, ético y creativo.
Durante su paso por INSTEL, Emiliano fortaleció competencias como la modulación vocal, improvisación controlada, manejo del lenguaje radiofónico, creación de libretos, entrevista periodística, conducción de programas en vivo, y oratoria pública. Además, consolidó su comprensión de la ética del comunicador, un principio que aplicaría con fidelidad en sus emisiones tanto militares como comunitarias.
Paralelamente, y buscando ampliar su enfoque hacia lo social, cursó un diplomado en Periodismo Público y Producción Radial ofrecido por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). Este diplomado fue clave para integrar herramientas de análisis político, enfoque ciudadano, y producción crítica de contenido. Comprendió entonces que el periodismo no solo debía informar, sino también formar opinión, denunciar injusticias y dar voz a los que no la tienen.
Durante esta etapa, Emiliano también se sumergió en una intensa agenda de formación complementaria, buscando responder a los retos del entorno digital y la evolución tecnológica del medio radial. Entre los cursos y certificaciones más relevantes se encuentran:
Community Management para periodistas
Producción e interacción digital
Narrativa digital y audiovisual
Técnica vocal y expresión corporal
Redacción para medios
Guion, programación y locución para radio
Diseño gráfico con Adobe Photoshop e Illustrator
Electricidad básica y fundamentos de electrónica
Educación financiera
Gestión de calidad
Estas capacitaciones respondieron a una visión que Emiliano fue consolidando con claridad: el comunicador del siglo XXI debía ser multidisciplinario. No bastaba con saber hablar; era necesario crear, editar, programar, diseñar, comprender entornos digitales, interpretar el contexto y adaptarse al cambio tecnológico. Así fue como emergió en él una inquietud por áreas complementarias como la producción multimedia, el diseño visual, la gestión de archivos y los sistemas organizativos de la información.
En paralelo, fortaleció su visión estratégica de la radio, entendiendo que no solo se trataba de operar técnicamente, sino de crear contenidos con propósito. Esto lo llevó a asumir, en varias ocasiones, la dirección de emisoras militares en zonas complejas, organizando parrillas de programación, capacitando a nuevos locutores institucionales y proponiendo contenidos que unieran el entretenimiento con la formación ciudadana y espiritual.
Durante esta fase, Emiliano no solo maduró profesionalmente, sino que consolidó su identidad como comunicador integral, con pensamiento crítico, habilidades técnicas y un profundo sentido de servicio. Sus años en la radio militar no fueron solo un trabajo: fueron una misión comunicativa al servicio de la paz, el orden y la transformación social.
Al cierre de este periodo, Emiliano sentía que su formación y experiencia ya no eran solo herramientas de crecimiento personal, sino también semillas de propósito. En su corazón empezaba a crecer el anhelo de algo más grande: conectar todo lo aprendido y vivido con un llamado más profundo. Un llamado que empezaba a tomar forma no solo en nuevas titulaciones técnicas, sino también en una búsqueda espiritual, emocional y psicológica que daría origen a nuevas decisiones vocacionales.
La Vocación que Despierta, Formación Multidisciplinaria y el Llamado Interior
Con más de una década de experiencia radial a sus espaldas, Emiliano Advíncula Congo, conocido por su nombre artístico Emaco, la torre del sabor, enfrentaba un momento de inflexión. Aunque su carrera como locutor institucional estaba en auge, su espíritu comenzaba a anhelar algo más profundo: una manera de integrar su voz, su conocimiento y su fe con un propósito aún más transformador.
La consolidación de su perfil como comunicador integral no se detuvo. Por el contrario, entre 2015 y 2021, Emiliano se volcó a una etapa de formación multidisciplinaria, ampliando su rango de habilidades más allá del micrófono. Reconociendo el poder de la tecnología como aliada del mensaje, decidió cursar la tecnología en Producción Multimedia del SENA, donde se especializó en el diseño de productos digitales que integran sonido, video, imagen y narrativa interactiva. Esta formación técnologica le permitió desarrollar campañas de comunicación visual con alto impacto y calidad profesional, aplicables tanto en emisoras institucionales como en espacios comunitarios y cristianos.
A la par, profundizó en la organización de la información, cursando también el programa de Técnico en Organización de Archivos del SENA. Este estudio respondió a su creciente interés por la gestión documental, la sistematización de información, y la creación de contenidos bien estructurados, habilidades fundamentales para un comunicador que, además de producir, debía preservar y compartir conocimiento con orden y eficacia. Este aprendizaje no solo le sirvió en el contexto militar, sino también en sus futuros proyectos civiles y espirituales.
Pero la verdadera transformación de este periodo fue interna. Aunque desde joven había cultivado valores cristianos, fue en estos años cuando su fe se consolidó como un pilar rector. Las experiencias en terreno, las conversaciones con comunidades vulnerables, los desafíos emocionales del servicio y las constantes preguntas sobre el sentido de su misión lo llevaron a una búsqueda espiritual más intensa.
En medio de esta transición, Emiliano comenzó a integrar su espiritualidad con su carrera profesional. Este proceso no fue inmediato ni exento de luchas. Por el contrario, convivía con la tensión entre su éxito en el entorno militar y comunicativo, y una voz interior que lo llamaba a consagrar su talento al servicio de Dios y la transformación humana. Así nació en él una inquietud que, con el tiempo, se volvería dirección clara: estudiar Psicología.
El deseo de comprender el comportamiento humano no surgió únicamente de la curiosidad intelectual, sino de una vocación de servicio. Las numerosas historias que había escuchado como comunicador —relatos de dolor, resiliencia, abandono, fe y esperanza— fueron despertando en él una pregunta persistente: ¿Cómo puedo no solo narrar estas historias, sino también ayudar a sanar a quienes las viven?
Este nuevo llamado se fortaleció también por las dificultades que enfrentó en el ámbito laboral. A pesar de su amplia trayectoria y formación, Emiliano comenzó a experimentar inestabilidad económica, problemas de conectividad y trabas institucionales que le impedían consolidar sus proyectos como soñaba. Sin embargo, estas adversidades no lo doblegaron. Por el contrario, agudizaron su tenacidad. Como quien camina por fe, Emiliano decidió avanzar sin certezas, pero con convicción.
Durante este periodo también profundizó su servicio ministerial y comenzó a desarrollar contenidos espirituales más estructurados, aunque aún de manera informal. Inspirado por el llamado bíblico a "predicar a tiempo y fuera de tiempo", Emiliano se comprometió a usar todos sus dones —voz, palabra, imagen, música y técnica— para comunicar el mensaje de salvación, sanidad y restauración que él mismo había experimentado.
Comenzó a escribir oraciones, bosquejos de sermones, reflexiones con moraleja, y pequeños estudios bíblicos que compartía con personas cercanas. Su vida interior se fortalecía a la par de su formación profesional. Ya no se trataba solo de “hacer radio”, sino de llevar un mensaje con propósito eterno.
Al cierre de esta etapa, Emiliano no era solo un locutor o productor técnico; era un hombre en búsqueda de integración: de unir lo técnico con lo espiritual, lo profesional con lo vocacional, lo comunicativo con lo terapéutico. Estaba listo para tomar una decisión que marcaría el comienzo de una nueva historia: emprender su camino como psicólogo cristiano, comunicador al servicio del Reino, y líder espiritual con voz, rostro y propósito propio.
Psicología, Vocación de Servicio y el Nacimiento de "Oración y Palabra"
Los años siguientes marcaron un punto de quiebre y renovación en la vida de Emiliano Advíncula Congo. No se trató simplemente de un cambio académico o profesional, sino del comienzo de una transformación profunda, tejida entre el llamado al conocimiento, la experiencia de la vida en las regiones más apartadas de Colombia y un fuego espiritual que ya no podía contenerse. Fue en este contexto que Emiliano decidió iniciar sus estudios en Psicología, impulsado por una motivación clara: comprender al ser humano para ayudarlo no solo desde lo comunicativo, sino desde lo emocional, lo espiritual y lo existencial.
La decisión no fue improvisada. Emiliano llevaba años recogiendo testimonios, observando sufrimientos, escuchando necesidades y siendo testigo de heridas invisibles en comunidades abandonadas o afectadas por el conflicto. La Psicología le ofrecía una vía para tender puentes entre el dolor humano y la restauración integral, y para traducir su experiencia comunicacional en acompañamiento terapéutico y orientación con sentido cristiano.
No obstante, el camino fue cuesta arriba. Emiliano enfrentó retos constantes: dificultades laborales, limitaciones de conectividad debido a sus desplazamientos en regiones remotas, escasos recursos tecnológicos y, en ocasiones, la soledad de un proceso académico exigente. Pero en lugar de ceder al desaliento, activó sus herramientas más valiosas: su disciplina militar, su resiliencia forjada en años de campo y su fe en que Dios dirige los pasos del justo.
Fue en medio de esa lucha interna y externa que surgió una idea que se convertiría en ministerio y misión: Oración y Palabra. Lo que comenzó como una necesidad espiritual propia —clamar, entender las Escrituras, compartir pensamientos que lo sostenían emocionalmente—, pronto se transformó en un proyecto digital con impacto creciente. Facebook e Instagram fueron las primeras plataformas donde Emiliano, ya con una voz experimentada y una sensibilidad refinada por su carrera en Psicología, comenzó a publicar:
Estudios bíblicos cuidadosamente estructurados.
Reflexiones con moraleja que conectaban con la cotidianidad de las personas.
Clamores específicos por distintas áreas de la vida.
Consejos de vida con enfoque cristiano.
Oraciones personalizadas y predicaciones con llamado a la acción.
Oración y Palabra no fue solo un producto digital. Fue la expresión viva de su identidad integrada: el comunicador técnico y visual, el locutor experimentado, el psicólogo en formación y el creyente apasionado. Consciente de las dinámicas contemporáneas, Emiliano proyectó este ministerio hacia otras redes como YouTube y TikTok, entendiendo que el mensaje debía adaptarse sin perder profundidad.
En este proceso, su crecimiento no fue solitario. Pronto comenzaron a llegar mensajes de personas agradecidas, peticiones de oración, consultas de tipo psicológico y espiritual, testimonios de vidas tocadas por una reflexión o un clamor. Emiliano entendió entonces que lo que para él era obediencia, para otros era alimento, esperanza, dirección.
Además, como parte de su estrategia de crecimiento, diseñó un calendario semanal de contenido, organizando sus publicaciones por tipo y día: lunes de reflexión, martes de estudio bíblico, miércoles de clamor, jueves de prédica, viernes de consejos cristianos, entre otros. Cada publicación tenía un objetivo: edificar, consolar, inspirar y guiar. Con ello, Oración y Palabra se convirtió en una comunidad virtual de fe, que traspasaba lo digital para provocar encuentros reales con Dios.
Pero Emiliano sabía que el mensaje no podía quedarse solo en redes. Había que amplificarlo. La pasión por la radio, su formación multimedia y su entendimiento de las nuevas generaciones lo empujaron a concebir una emisora diferente. No una emisora religiosa tradicional, sino una emisora que, sin perder su fundamento cristiano, conectara con la sensibilidad del oyente contemporáneo. Así comenzó a tomar forma un proyecto que, hasta entonces, solo había habitado en su corazón: Radio La Torre.
Radio La Torre – Legado Vivo y Voz en lo Alto
Después de más de 25 años ininterrumpidos en los medios de comunicación, combinados con su formación profesional y un proceso espiritual profundo, Emiliano Advíncula Congo vio el momento ideal para dar un paso decisivo: crear su propia emisora. No se trataba simplemente de fundar un medio de comunicación digital más, sino de levantar un proyecto que sintetizara todo lo que había aprendido, creído y soñado a lo largo de su vida. Así nació Radio La Torre.
El nombre no fue escogido al azar. “La Torre” evoca múltiples significados en la vida de Emiliano. Por un lado, Inspirada en la verdad de que “el nombre de Jehová es torre fuerte; a él correrá el justo y será levantado” (Proverbios 18:10),. Por otro, conecta con su icónico apodo de juventud: Emaco, la Torre del Sabor, ganado por su altura física, su presencia sonora y su energía desbordante en cabina desde los días en Merizalde Stereo, su primera escuela radial. Este apodo, que en un inicio tenía un tinte musical y carismático, fue redimido y resignificado para representar ahora una torre espiritual, elevada sobre fundamentos sólidos: la Palabra, la oración, la sabiduría y la empatía.
Radio La Torre es, por tanto, una emisión de propósito, donde convergen su trayectoria radial, su formación multimedia, su estudio de la Psicología y su llamado cristiano. Es una emisora musical con alma de ministerio, una emisora cristiana con lenguaje fresco y contemporáneo, que busca conquistar no solo fieles, sino almas que están heridas, confundidas o desorientadas en un mundo cada vez más caótico.
Inspirado por el formato de emisoras seculares como Amor Stereo, Bésame o Radio Tiempo —cuyos tonos son cálidos, emotivos y cercanos—, Emiliano diseñó una programación similar pero con contenido bíblico, esperanzador y orientado a la restauración del alma. Las franjas principales se denominan así:
Cartas al Cielo (6:00 p.m. a 8:00 p.m.): espacio de oración profunda, clamor y lectura de peticiones enviadas por los oyentes.
La Torre Responde (2:00 p.m. a 4:00 p.m.): programa interactivo en el que Emiliano responde preguntas de vida desde una visión cristiana y psicológica.
Palabra en Movimiento: espacio de enseñanza bíblica que se adapta a diferentes horarios según demanda.
Zona Juvenil (fines de semana): dedicado a conectar con nuevas generaciones mediante música cristiana actual, testimonios y charlas sin religiosidad, pero con verdad.
El Consejo del Día: cápsula de sabiduría espiritual que suena cada hora, ofreciendo una palabra fresca y puntual para quien la necesite.
La emisora también se pensó como canal de acompañamiento emocional y espiritual, con transmisiones que incluyen segmentos de oración para dormir, pensamientos bíblicos sobre errores y caídas —espirituales y terrenales— y clamor por temas concretos como economía, salud, restauración emocional, pureza sexual, retentiva de la Palabra y dirección para predicadores. Cada contenido fue desarrollado con oración, planificación y enfoque pastoral, buscando que Radio La Torre no solo se escuche, sino que ministre, sane y transforme.
En este punto, Emiliano ya no es solo un locutor ni únicamente un productor. Es un pastor de las ondas, un comunicador del alma, un psicólogo en formación que predica con la voz, acompaña con el contenido y edifica con el ejemplo. Sus títulos del SENA en producción multimedia, archivo y locución, su paso por la UNAD, su formación complementaria, su experiencia en emisoras de la Fuerza Pública y su trabajo de campo en zonas vulnerables, se integraron de forma armónica con su fe cristiana, su madurez espiritual y su llamado a evangelizar por medios no convencionales.
Lo que alguna vez fue solo un adolescente con un micrófono en Merizalde Stereo, hoy es un hombre con propósito, con visión y con obra. Cada transmisión de Radio La Torre, cada oración publicada en Oración y Palabra, cada pensamiento compartido en redes, cada consejo brindado desde el conocimiento psicológico, cada sermón escrito, forma parte de un legado en tiempo real. Su biografía no se imprime: se emite, se ora, se predica y se vive.
Con Radio La Torre, Emiliano no solo honra su historia, sino que también construye futuro. A través de ella planea capacitar nuevos talentos, formar comunicadores cristianos, abrir espacios de consejería virtual, establecer alianzas ministeriales y posicionar contenidos de fe en las plataformas más usadas por la juventud. Su visión es clara: “Si el mundo invade los medios con tinieblas, nosotros vamos a invadirlo con luz, pero con excelencia”.
Hoy, Emiliano mira hacia adelante con esperanza. Aunque el camino ha tenido tropiezos, decisiones difíciles y temporadas de prueba, su fe permanece firme. Tiene la certeza de que todo lo vivido —desde el cuartel hasta la cabina, desde la universidad hasta el altar— ha sido preparación para este tiempo. Porque mientras haya una vida que necesite dirección, un alma que clame en silencio o una canción que pueda tocar corazones, Radio La Torre seguirá al aire, y él seguirá siendo… esa voz fuerte, firme y clara.
Emaco, la Torre del Sabor. El que antes le servía al mundo ahora le sirve a Dios.
Comentarios
Publicar un comentario